Aquietando la mente con psicoterapia zen


Introducción

Para la mayor parte de las personas cierta inquietud de su mente constituye una experiencia cotidiana. Entre esas personas la sensación de “no poder parar de pensar” “sentir que sus pensamientos no se detienen” y la consecutiva sensación de tensión interna, ansiedad y agobio no son infrecuentes.

Las explicaciones sobre las causas de la aparición de “una mente que no para” incluyen, entre otras, hipótesis de sobre exigencia laboral, cultural y neurobiológicas.

Para un número crecientemente mayor de personas, aquietar la mente se está convirtiendo en un objetivo en sí mismo, conducente a transitar la vida activa, pacífica y armónicamente.

Bases de la Meditación en la Psicoterapia Zen

El experto budista Sogyal Rimpoche decía: “La meditación trata de transformar nuestra visión de las cosas, de lo negativo a lo positivo, y paso a paso la mente aprende a estar en un estado de paz, y al final se torna creadora de esta paz porque nada proveniente del exterior la altera. La mente es como el agua, si no la movemos se aclara. Fuera no encontraremos la paz ni la felicidad.”

En la meditación zen se anima a los practicantes a focalizar su atención sobre dos aspectos esenciales: la “detención del pensamiento” y el logro de una “visión objetiva” del mundo que nos rodea.

Para la detención del pensamiento, se considera altamente deseable el aprendizaje de posturas que contribuyan a que la mente se mantenga alerta y el cuerpo relajado.

Para el logro de una visión objetiva debemos aprender sobre la naturaleza efímera y evanescente de nuestros pensamientos, que impiden llegar a nuestro propio centro. Entre los procedimientos para contemplar al universo tal como es, se trabaja entre otros aspectos, sobre la respiración, el control de nuestro ritmo cardíaco y de nuestro cuerpo.

La esencia de las diferentes meditaciones budistas es el prestar una atención pasiva, integral y relajada.

Basado en diferentes fuentes occidentales y orientales, las bases de la meditación o contemplación del universo “tal como es” según la Psicoterapia Zen se encuentran integradas del siguiente modo:

 

1. Centrarse en el aquí y en el ahora, en el presente

Podría decirse que centrarse en el aquí, en el ahora, en el presente, es el objetivo de la meditación, pues cuando estamos verdaderamente en el momento presente, experimentando lo que es de manera directa a través de nuestros sentidos, la mente se detiene. Esto sucede porque al aquietar a nuestra mente, esta deja de actuar como un filtro entre nosotros y la experiencia directa del momento presente, de lo que está ocurriendo ahora.

Nosotros estamos donde está nuestra atención, y si ella está en otro lugar o en otro tiempo, no podemos estar aquí y ahora.

 

 

2. Tener conciencia del propio cuerpo

Una cosa que sucede cuando estamos ocupados en el mundo exterior o preocupados con nuestros pensamientos es que perdemos conciencia de nuestros cuerpos. Cuando meditamos y desconectamos la mente, de nuevo llegamos a ser conscientes de nuestras sensaciones corporales, de nuestro cuerpo, empezando por nuestra respiración.

Otro de los objetivos de estar concientes de nuestro cuerpo es adoptar las posturas corporales adecuadas.

Conciencia corporal es lo mismo que relajación. Relajar el cuerpo ayuda a relajar la mente. Es así, pues en realidad el cuerpo y la mente no están separados, somos una unidad mente-cuerpo.

 

 

3. Enfocarse en sí mismo

Buda afirmó: “Con nuestros pensamientos creamos el mundo”. Pero si mantenemos nuestra mente en un estado de pureza y le permitimos reposar, tranquilamente, en su estado natural, lo que ocurre al practicar es sumamente extraordinario.”

Practicar la meditación es recordarnos lo que realmente somos. Pues, sino somos solo nuestra mente, sino una instancia diferente que muchas veces “padece a nuestra mente inquieta” entonces podemos observar la actividad de nuestra mente de un modo apacible y calmo.

 

4. Aprender a no apegarse

Se dice que cuando el Buda dejó marchar sus pensamientos, recuerdos, identificaciones, esperanzas y temores, permitió que su mente se expandiera, sin modificarla, fuese como fuese, y llegó así a descansar en la aceptación abierta y total de las cosas tal como son.

La causa última de nuestra inquietud mental y el sufrimiento añadido es la reacción ciega de deseo o rechazo por alguna cosa, persona o situación. Cuando la mente se mantiene ecuánime, no hay lugar para esa reacción y no habrá, por consecuencia, sufrimiento.

Un pilar de la meditación es permitir a nuestra mente ir donde quiera, no apegándose a ninguno de sus productos (pensamientos, emociones, sensaciones) en un estado de profunda relajación y hacerla regresar desde el punto en donde esta, a voluntad, todas las veces que sea necesario.