En muchas ocasiones el sufrimiento puede conllevar un gran dolor en nuestro corazón y hacernos desesperar.
Una de las respuestas más nobles y sencillas al sufrimiento proveniente del Budismo e implementada en la práctica por la Psicoterapiazen es el desarrollo de una mirada compasiva.
Esa mirada compasiva de la naturaleza humana puede, en ocasiones evitar o resolver a nuestro sufrimiento o; en otras ocasiones, brindarnos las herramientas para darle otra significación a nuestro dolor.
Una bella metáfora sobre la compasión fue presentada en un coloquio por Padma Samten en 2004:
"Digamos que alguien mira hacia una planta que se encuentra en un recipiente dentro de la casa. Con un mirar compasivo, en vez de observar si gusta o no de ella, se pregunta, ¿cómo se sentirá ella, sin la luz del sol, el agua de la lluvia y sin sus plantas amigas y compañeras?.
Cuando miramos una planta solo pensando si nos gusta o no, nuestra mente opera obstruida por la sensación de gustar o no gustar de la planta, no poniéndonos en su lugar.
Una inteligencia mayor es que miráramos hacia aquella planta preguntando, ¿Qué necesita ella? Y más que eso, nosotros podemos mirarla y ver con los ojos del buen jardinero, cuales flores y frutos tiene esa planta escondidos dentro de ella, aun cuando que ella misma no los conoce".
"(...) Mirar al otro y ver cómo afecta la existencia en él, nos permite o alienta a manifestarnos de forma positiva, para remover los obstáculos, eso es compasión.
No hay modo de ver nuestra realidad tal cuál es, si no podemos evitar una excesiva crítica sobre nuestros errores y defectos y sobre los errores y defectos de nuestros semejantes.
La compasión nos permite evitar quedar atrapados en el pensar, como girando en círculos, todo el tiempo en nosotros.
Debemos reconocer las necesidades propias y de los demás de ser felices y cesar el sufrimiento, impulsando acciones para beneficiarles.
El desarrollo de la compasión siempre debe ir acompañado del entrenamiento en la disminución de las emociones negativas, como la ira o, con la conciencia de que toda emoción (incluyendo naturalmente las negativas) son impermanentes y efímeras; y que no debemos apegarnos a ellas.
En la compasión tenemos un gran compromiso para con los demás, pues uno desea fervientemente alejar el sufrimiento de todos los seres sintientes.
Con referencia a la compasión, se diferencian tres distintos puntos de partida desde donde puede desarrollarse: la actitud de un rey, que antes de dar se hace grande a sí mismo, pues piensa: "Si yo soy fuerte, puedo ser útil para todos"; la compasión de un barquero, que los lleva a todos consigo: "Vamos todos juntos a la otra orilla"; y la de un pastor que piensa primero en los demás: "¿A quién más puedo ayudar?". Uno debe comportarse aquí de acuerdo a su carácter.
Aunque la compasión aparece a partir de cierto nivel de desarrollo en la vida vale la pena despertarla conscientemente (por ejemplo a través de la psicoterapiazen). Lo más fácil es despertar buenos sentimientos hacia aquellos que ya corresponden a las propias expectativas, pues simplemente nos agradan.
Un desafío mayor es el desear cosas buenas para los demás, cuando éstos repetidamente cometen errores o son de trato difícil. Aquí se trata de entender que la causa de su comportamiento no es la maldad sino la ignorancia. Finalmente, deseamos la felicidad para todos los seres, pero uno no sabe qué conduce a la felicidad, y por eso se comporta en forma equivocada, proporcionando en cambio sufrimiento. Por desgracia la mayoría recoge con más frecuencia las ortigas que las flores. El Buda enseñó su doctrina para cambiar eso.
La belleza ultima está más allá de nuestras limitaciones personales. La compasión irradia aquí como el sol, incansable y para todos. En este punto uno hace, sin perturbarse, lo que debe hacer , es el recto comportamiento. Las personas reciben todo lo bueno que posibilita nuestro talento. Esta compasión que no hace distinciones es ilimitada y perfecta y puede ser alcanzada por cualquiera que tenga la recta disposición para ella.